
Spirto Gentil

Como todo lo que nace del amor, así nació nuestra pasión por el vino…
De una mesa… de entre copas. De mil y una conversaciones con amigos y muchos corchos guardados en la canasta de los recuerdos.
La idea comienza a rondar por los sabores de los buenos ratos y de las buenas cepas que van quedando tanto en el paladar como en el alma.
Intuimos que el vino estaba tan vivo como nosotros y nos preguntamos cuántas cosas pasarían para qué de la uva sembrada en los hermosos viñedos, llegara esta deliciosa bebida con personalidad propia a ser parte de nuestras historias cotidianas.
Así entre lecturas, anécdotas, investigación, paseos y experimentos comenzó nuestra aventura hace ya siete años en el año 2012.
Lo primero que hicimos fue comprar 35 Kilos de uva en el mercado y utilizando levadura de pan pusimos todo a reposar. Después de cuidar el mosto logramos medianamente la fermentación alcohólica, la bebida resultó con un color muy pálido y antes de probarlo tuvimos que tirarla por intuir que el resultado no era el buscado.
Lejos de rendirnos volvimos a comprar uva el año siguiente esta vez tampoco compramos la uva correcta, pues desconocíamos como conseguir en pocas cantidades la vitis vinífera.
Del mercado nos trajimos 90 kilos y como esta vez estuvo más dulce, la fermentación alcohólica nos otorgó mejores resultados y un vino aunque mediocre, por lo menos bebible.
Con esta última experiencia más favorecedora para nuestro trabajo, aprendimos cada uno de los pasos que conlleva el proceso, controles y el manejo de levaduras y sulfitos.
Siguiendo con nuestras tertulias en casa compartimos nuestra experiencia con los amigos más cercanos y así de boca en boca surgió la ayuda y la asesoría para contactar con los viñedos que estuvieron dispuestos a vendernos la uva adecuada aunque fuera en pocas cantidades.
Así fue como al fin en el 2014 adquirimos 300 Kg de Shiraz, (Uva tinta que se cultiva en todo el mundo y a la que se le atribuyen en el vino características de cuerpo y consistencia, así como de un ligero sabor afrutado)
No sé si sea el amor que le pusimos o el empeño y la experiencia que ya tenían un camino recorrido, finalmente los resultados nos sorprendieron favorablemente dando paso al nacimiento de tan anhelado proyecto.
El proceso para hacerlo fue completamente manual en todas sus etapas: La elaboración del mosto, el exprimido o prensado y posteriormente la fermentación maloláctica. Cuándo finalizamos estábamos tan contentos que comenzamos a embotellarlo entusiasmados, seguros de que ya teníamos un rico vino hecho totalmente en casa.
La música nos acompañó siempre como buena musa y por eso decidimos al año siguiente darle su crédito elaborando las etiquetas adecuadas con el título Op, 73 (en honor a Beethoven y a su maravilloso 5to. Concierto “Emperador” Op, 73).
Para 2017 en el viñedo nos ofrecieron Merlot y Malbec, de la primera compramos 850 Kilos y de la segunda 350, fue entonces cuando conocimos la variedad en el sabor por experiencia propia y a esa cosecha repartida la llamamos Op. 124, en honor a la obra “La Consagración de la casa” también de Beethoven.
Cómo bien he mencionado al principio, el vino es todo un ente con vida e historia propia que puede tomar diferentes matices en el camino de su elaboración si algo no sale como se esperaba, pero esas noticias no siempre son malas y en las sorpresas que nos da en el paladar constatamos una vez más que el vino es una obra de arte que sale de su lienzo para matizar nuestra expectante imaginación.
En el 2018 ya con algo de experiencia, compramos en una cosecha tardía 850 Kilos de Malbec, el 4 de octubre para ser precisos. La uva había sido afectada por el hongo bortrytis cinérea.
Después de iniciar el proceso y darnos cuenta que en la tercera etapa los valores de alcohol y acidez se habían salido de rango, investigamos a fondo acerca de los efectos que tenía este hongo sobre la uva y lo que leímos coincidió con nuestra experiencia: el vino estaba más dulce que los anteriores y con un nivel de alcohol superior a los 15 grados, su nivel de acidez era bajo y por ende los cuidados para mantener su sabor y frescura debían ser extremos.
Con toda una nueva aventura logramos este vino consentido al que llamamos “Don Magnífico”, (en honor al personaje de la ópera de Giaochino Rossini “La Cenererentola).
Este año 2019 compramos 2000 kg. de uva y tenemos muchos amigos reunidos en torno a nuestro querido proyecto, no nos ha faltado quién nos preste una máquina, nos de un consejo, una recomendación, o nos ayude en cualquier etapa del proceso.
Hemos aprendido muchas cosas en el camino, pero lo más maravilloso es que en el arte de producir vino nacen afectos, amistades, anécdotas y un sinfín de emociones que van desde la elección y recolección de la fruta hasta la degustación de cada copa, en la que cada persona como en todas las artes, tiene su propia interpretación y su propia experiencia.